La experta agarra al animal del cuello y le tira para atrás y aquello sale como la seda. Lo agarro yo, tiro y se me queda todo dentro, el cuello partido y esos ojos tan grandes sin parar de mirarme (acojonaica estaba). El mayor peligro dice que era la tinta, quitársela lo primero. La busco, la encuentro y no se como, al pegarle el tirón con mucho cuidadín, el muy cabronazo me ha escupido en todo el forro polar (la madre que lo parió), he deducido que se estaba vengando de mi por cortarle la cabeza. No sabía si seguir o llorar, pero claro, se suponía que eso era lo difícil, ahora vendría coser y cantar.
Seguidamente que se le diera la vuelta a los tentáculos y le salía una especie de bola y que se le apretara y salía rápidamente, pues yo no se dónde le he tocado que se le ha saltado un ojo (qué ascooooo). Suerte que todavía no había desayunado porque sino echo la pota.
Ahora tocaba quitarle el pellejo y no veas como se resbalaba el mariconazo, estaba más tiempo en el fregadero que en mis manos. Por último, quedaba darle la vuelta (ahora viene cuando la matan), dice la susodicha que se le metiera el dedo por el culo y se hacía en un pis pas, pues estos se ve que tenían el culete delicado porque cuando lo intentaba, saltaban de mis manos, así que, he hecho todo lo posible sin mucho éxito.
El plástico blando, que salía sencillamente y a mi se me han partido todos, o sea.... más desastre no puedo ser.
La próxima vez los compraré en el Super y que me los arreglen ellas porque he terminado para tomar un camino.