No sé si alguna vez os habéis parado a pensar el buen mecanismo de defensa que tiene la cebolla. ¡Es alucinante!. Hoy me he puesto a pelar una y parecía la Virgen de la Macarena llorando. Como soy tan investigadora, he pensado: ¿y si me pongo unas gafas?. Como no uso de ver, pues me he puesto las de sol. ¡Esto si que es para mear y no echar gota!. En plena cocina, con la luz encendida, pelando una cebolla y con las gafas de sol puestas, ¡menudo cuadro!. Al principio no veía ni la cebolla, porque estaba más oscura que mi futuro, pero poco a poco la he ido pelando. Reconozco que han transcurrido unos minutos en los que no lloraba, pero enseguida me ha dado el sentimiento otra vez. Truco: cortarlas bajo un chorro de agua. De todas formas yo he seguido preparándome mis macarrones con magra, que me han salido mejor que al Arguiñano. ¡Que ricos!.
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Anda que con las gafas de sol jejejejeje, qué caídas más buenas. Lo del agua ya lo había oído y funciona, yo lo hago, la pongo entera debajo del agua, la corto por la mitad y la vuelvo a mojar y la humedezco varias veces. Yo pelo pocas porque no me gustan, así me libro no sólo de llorar, sino también de que me piquen los ojos.
ResponderEliminarQue suerte tienes de que no te gusten, a mí me encanta, sobre todo en tortilla y para los sofritos está mortal.
ResponderEliminarTE IMAGINO CON LAS GAFAS DE SOL Y PELANDO LA CEBOLLA Y MENUDA RISITA ME DA, AUTENTICA TE IMAGINO.ANASARAB
ResponderEliminarSí que estaba auténtica y llorando como una magdalena, ja ja ja.
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