En mi antiguo trabajo, los jefes eran unos hijos de la Gran Bretaña, pero conocí a muchos fontaneros que son gente estupenda. Desde que me fui de allí (explicado en blog de enero de 2010: "Mi accidente"), no había vuelto a ver a casi ninguno (de eso hace ya más de cinco años). Este viernes salí a cenar al Ñampa Zampa con Parry y Perlita y luego me fui de marcha con la segunda susodicha. Nuestra primera parada (como siempre), era el Varadero pero por desgracia estaba cerrado, con lo cuál nos fuimos a la segunda parada (El Plaza). No había mucha gente (mejor) y la música era estupenda. A lo lejos, en la barra, veo un chico que me sonaba, pero luego creí que no era él. Pasado un buen rato lo vuelvo a ver, y él me conoció y se acercó. ¡Qué alegría más grande! ¡Cuánto tiempo sin vernos!. Su amigo y él se juntaron con nosotras y estuvimos charlando y bailando. Luego cuando cerraron el Plaza, nos fuimos a la Abadía. Menuda noche de bailar nos pegamos (5 horas sin parar). Este blog entero va dedicado a ese fontanero. ¡Toma pareado!, ja ja ja.
Hola, me alegro que lo hayais pasado bien, luego vendras diciendo que te duelen los pies de tanta jarana. Los amigos aunque no los veamos tan amenudo siempre estan ahi, eres muy afortunada por tenerles..
ResponderEliminarLos pies no me dolían, me echaban humo, ja ja ja. Si que soy afortunada por tenerlos y aunque no los veo a menudo (como tu dices) es bueno saber que están ahí. Un saludo anónimo.
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